El relato, está presente en todo tiempo y lugar, en todas las clase sociales y culturas.
Comienza con la historia de la humanidad.
Modelo común, implícito en todo juicio sobre cualquier forma narrativa
La forma del relato como una de las primeras preocupaciones del estructuralismo naciente
Dilema, simple sucesión de acontecimientos explicables por el arte de su autor
Cada relato posee en común con otras una estructura accesible al análisis
Procedimiento deductivo, el análisis narrativo debe concebir un modelo hipotético de descripción, una teoría, que explique las especies que a la vez participan y se separan de dicho modelo.
La lingüística, modelo fundador del análisis estructural del relato.
La lengua del relato es uno de los idiomas ofrecidos a la lingüística del discurso. Es una homología con frase, el relato participa de la frase sin reducirse a una de ellas.
Lenguaje y literatura,
El lenguaje acompaña constantemente al discurso literario, sostiene el espejo de su propia estructura.
Los niveles de sentido
Están en una relación jerárquica
Cada nivel tiene sus propias unidades y correlaciones que permiten una descripción independientemente
Ningún nivel puede por sí solo producir sentido
Toda unidad que pertenece a un cierto nivel sólo produce sentido al integrarse a nuevo superior
Distribucionales: situadas en el mismo nivel.
Dos tipos de relaciones
Integrativas: se perciben entre un nivel y otro.
Niveles de sentido
Relativa como jerarquía de instancias: leer (escuchar) un relato no es sólo pasar de una palabra a la otra. Es fundamental, pasar de un nivel a otro. El sentido no está al final del relato sino que lo atraviesa.
Nivel de las funciones: el relato como sistema hay que definir primero las unidades narrativas mínimas. Divide el relato para determinar los segmentos a distribuir en un pequeño número de clases.
Las Funciones
La determinación de las unidades
El análisis no puede contentarse con una definición puramente distribucional de las unidades: es necesario que el sentido sea desde el primer momento el criterio de la unidad: es el carácter funcional de ciertos segmentos de la historia que hace de ellos unidades
Deben ser distribuidas en un pequeño número de clases formales y habrá que considerar los diferentes niveles de sentido: algunas unidades tienen como correlato unidades del mismo nivel; en cambio para saturar otras hay que pasar a otro nivel que se dividen en dos grandes clases de funciones: las unas distribucionales, las otras integradoras.
Es necesario prever una descripción lo suficientemente ceñida como para dar cuenta de todas las unidades del relato, de sus menores segmentos; las funciones cardinales, recordémoslo, no pueden ser determinadas por su «importancia», sino sólo por la naturaleza (doblemente implicativa) de sus relaciones.
Niveles de las acciones
Es el nivel de los personajes, el personaje es considerado un participante en una esfera de acciones.
Los personajes del relato se consideran no según lo que son sino según lo que hacen.
Deseo y búsqueda:
Comunicación:
Destinados: es el que comunica una acción, deseo y tarea al sujeto, es el fundamento de su deseo, su porqué.
Destinatario: es el que se beneficia con la acción, deseo y tarea del sujeto, es la finalidad de su deseo, su porqué.
Prueba:
Opositor: es el que se enfrenta y dificulta la acción, deseo y tarea del sujeto.
Ayudante: es el que colabora y facilita la acción, deseo y tarea del sujeto.
Niveles de narración: el relato como objeto en el que se juega una acción comunicativa. Se trata de describir el código a través del se otorga significado al narrador y al lector del relato. Quien es el dador del relato: el autor, el narrador como conciencia total, el narrador limita su relato a lo que pueden ver o saber los personajes.
El sistema del relato
La lengua propiamente dicha puede ser definida por el concurso de dos procesos fundamentales: la articulación o segmentación que produce unidades y la integración que reúne estas unidades en unidades de una orden superior (es el sentido). Este doble proceso lo encontramos en la lengua del relato; ésta también conoce una articulación y una integración, una forma y un sentido.
La forma del relato está esencialmente caracterizada por dos poderes: el de distender sus signos a lo largo de la historia y el de insertar en estas distorsiones expansiones imprevisibles. Pero lo propio del relato es precisamente incluir estos «desvíos» en su lengua.
La distorsión de los signos existe en la lengua, hay distaxia en la medida en que los signos (de un mensaje) ya no están simplemente yuxtapuestos, en la medida en que la linealidad (lógica) se ve alterada (si el predicado precede, por ejemplo, al sujeto).
En la lengua del relato, el segundo proceso importante es la integración: lo que ha sido separado a un cierto nivel (una secuencia, y por ejemplo) se vuelve a unir la mayoría de las veces en un nivel superior (secuencia de un alto grado jerárquico, significado total de una dispersión de indicios, acción de una clase de personajes)
La función del relato no es la de «representarse», sino el montar un espectáculo que nos sea aún muy enigmático, pero que no podría ser de orden mimético; la «realidad» de una secuencia no está en la sucesión «natural» de las acciones que la componen, sino en la lógica que en ellas se expone, se arriesga y se cumple.